La Crisis del Cutzamala
Los mazahuas, con menos bosques y creciente sed
Su movilización de 2004 dejó acuerdos incumplidos
En Valle de Bravo
no saben lo que es la escasezde agua
Inmediaciones del sistema CutzamalaFoto Marco Peláez
Ante la falta del servicio, las mujeres tienen que multiplicar sus esfuerzos para atender las necesidades famliaresFoto Marco Peláez
Angélica Enciso L.
Enviada
Periódico La Jornada
Miércoles 21 de abril de 2010, p. 2
Miércoles 21 de abril de 2010, p. 2
Villa Victoria, estado de México. En septiembre de 2004 apareció el Ejército de Mujeres Zapatistas en Defensa del Agua a las puertas de la planta potabilizadora Los Berros, armado con rifles de madera y argumentos: aledañas a las presas del sistema Cutzamala –que abastece de 25 por ciento de agua potable al valle de México– las comunidades carecían del servicio, sus cultivos se inundaban y veían perder los bosques. Casi seis años después la situación no ha cambiado.
A pesar de que a partir de esa movilización representantes de cinco comunidades –donde residen unas 10 mil personas– firmaron acuerdos con el gobierno federal para solucionar sus demandas, éstas siguen vigentes. Los mazahuas de esta zona sufren cotidianamente la escasez de agua, no sólo porque no tienen la red de distribución del servicio, sino porque ahora ven secarse los manantiales y bajar la afluencia de los ríos, que es de donde tradicionalmente se surten.
Hace cinco años decidimos organizarnos, porque no era justo que se llevaran el agua al Distrito Federal y nosotros no la tuviéramos, además nos inundaban los cultivos, como en 2003, cuando el agua de las presas se desbordó, recuerda Victoria Martínez, quien era una de las líderes del movimiento, que entonces también era conocido como Frente Mazahua.
Mientras del sistema Cutzamala que se ubica en esta zona se mandan 14 mil 500 litros por segundo a nueve delegaciones del Distrito Federal y 13 municipios mexiquenses, de los cuales 45 por ciento se pierde en las fugas de las tuberías, pobladores de la región –donde viven casi 22 mil personas– tienen que caminar a las fuentes de agua para obtener el recurso, o deben esperar a que cada dos o tres días a la semana les llegue por unas horas el servicio por las tuberías.
Sobre todo las mujeres padecen por el agua, para lavar la ropa, para la comida, dice Victoria.
Empezamos a defender los derechos humanos, los recursos naturales. Estamos a unos metros de las presas y de la planta de Berros. No tenemos agua, tenemos que esperar a que llegue un rato cada tercer día para almacenarla. No somos comunidades aisladas para que no nos llegue el líquido, como muchas veces dice el gobierno que por eso no hay agua en estos lugares.Vive en San Isidro, a espaldas de la planta potabilizadora, y donde hay cientos de habitantes que carecen del servicio.
En diversas ocasiones la Comisión Nacional del Agua (Conagua) ha argumentado que el rezago en el abasto en las zonas rurales, que llega a 30 por ciento de la población –en las áreas urbanas la cobertura es de 95 por ciento–, se debe a que se encuentran aisladas.
Pero en esta zona, que está a una hora del Distrito Federal, gran parte de las comunidades sufren por esta situación, aunque en el centro vacacional de Valle de Bravo –a 30 minutos de este lugar– las casas de fin de semana de gente que vive en el Distrito Federal o en Toluca, sí tienen el servicio.
Ahí no saben lo que es la escasez.
Victoria, en la sala de su casa, desde cuyo ventanal se ve la planta blanca y azul Los Berros, detalla que las demandas que enarbolaron hace unos años eran la reforestación, la conservación de manantiales, de los ríos y proyectos para evitar la erosión.
Recuerda que tuvieron reuniones con la Secretaría de Gobernación y la Conagua después de que hicieron protestas frente a las instalaciones de esas dependencias y a las que acudieron decenas de mujeres. Se firmaron acuerdos y se fijaron plazos, el resultado fue que
ellos dieron dinero, que llevó a la división de la organización y surgió el Movimiento Mazahua. Ahora nosotros trabajamos con recursos propios en la cosecha de agua, en la restauración de manantiales, letrinas secas, reforestación.
En algunas de las comunidades se tendió la red de distribución de agua, pero no tienen el recurso.
No se descarta de que algún día nos movilicemos otra vez; la sequía ahora está muy crítica. Después de los dos años pasados, vinieron las lluvias de febrero y ahorita hay agua. Pero no se hace nada por recuperar los bosques, que son los que producen el líquido, y el clima ha cambiado. Tampoco se hace control de la erosión, la tierra se va a los ríos, presas y lagos. Como originarios de la región, nos interesa tener agua.
En la comunidad Casas Coloradas viven unas mil 200 familias; no hay pozos, ni existe red de agua potable, el líquido para beber se obtiene de los manantiales. Algo similar ocurre en El Espinal, que se encuentra a un lado de la presa Villa Victoria, y el comisariado ejidal, Ignacio González, dice que utilizan los escurrimientos de la presa. Lo mismo pasa en San Pedro del Rincón, en los Cedros, en Villa Victoria… Las comunidades mazahuas viven en estas condiciones.
El sistema Cutzamala dota, desde 1982, al Distrito Federal de 25 por ciento del agua que consume. Tiene siete presas, Tuxpan y El Bosque, en Michoacán; y Colorines, Ixtapan del Oro, Valle de Bravo, Villa Victoria y Chilesdo, en el estado de México.
A unos 120 kilómetros del Distrito Federal, el sistema originalmente –en la década de los 40– fue concebido para el Sistema Hidroeléctrico Miguel Alemán. Cuenta con un acueducto de 205 kilómetros, la potabilizadora Los Berros, y seis plantas de bombeo.
La Conagua debió archivar la cuarta etapa del sistema Cutzamala, prevista en Temascaltepec, cerca de la región de Tierra Caliente, Guerrero, donde se retendría el agua del río para llevarla a la presa de Valle de Bravo. Los habitantes de esta zona en diversas ocasiones han rechazado el plan.
Ahora la Conagua y el gobierno del Distrito Federal buscan otras opciones para obtener más agua,
sin entender que es un problema de sostenibilidad ambiental, es un problema integral. Ahora hay agua en las presas por las lluvias de febrero, pero la sequía volverá porque todo está deforestado, no hay zonas de recarga del agua, señala Santiago Pérez, abogado que asesora a las comunidades.
http://www.jornada.unam.mx/2010/04/21/index.php?section=politica&article=003n1pol
La Crisis del Cutzamala
Unidades habitacionales consituyen la principal amenaza en la zona
Perdida, 50% de la vegetación original
Angélica Enciso L.
Enviada
Periódico La Jornada
Miércoles 21 de abril de 2010, p. 3
Miércoles 21 de abril de 2010, p. 3
Villa Victoria. En la zona del sistema Cutzamala se ha perdido casi 50 por ciento de la vegetación original. Ya no abundan los bosques de pino y encino, 26 por ciento de la superficie está erosionada. Se trata de la zona de recarga de agua, que abastece a cerca de 5 millones de personas de la zona metropolitana del valle de México (ZMVM), y se encuentra entre el parque Nacional Nevado de Toluca y la reserva de la biosfera Mariposa Monarca.
Además, existe incertidumbre jurídica en la propiedad de la tierra de 15 ejidos de esta región a los que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) les expropió 4 mil hectáreas en la década de los 40 para la construcción de la presa, pero no los indemnizaron y debido a que la paraestatal ocupó sólo la mitad de esa superficie, los mazahuas demandan la restitución del resto de las tierras y mantienen un proceso ante el Tribunal Superior Agrario.
Aquí existe un alto deterioro ambiental, sobre todo por el cambio de uso de suelo para la agricultura, mientras en Valle de Bravo es para la construcción de desarrollos habitacionales de descanso; la gran deforestación propicia que en época de lluvias se azolven los cauces y las presas, señala Óscar Zárate, subdirector operativo del estado de México de la Comisión Nacional Forestal (Conafor).
En 2008 y 2009 el problema en la zona fue la sequía que hizo bajar el nivel de las presas a menos de la mitad y llevó a reducir la entrega de agua para la ZMVM. La presa Villa Victoria llegó a menos de 30 por ciento, y el argumento que entonces dieron las autoridades ambientales sobre la falta de lluvia, fue que era un
efecto del cambio climático.
Hoy queda 46 por ciento –157 mil hectáreas– de la superficie forestal arbolada de las microcuencas del sistema Cutzamala, que son Chilesdo-Los Colorines, El Bosque, Ixtapan del Oro, Valle de Bravo y Villa Victoria. Donde más bosque se ha perdido es Villa Victoria y Chilesdo-Los Colorines, indica la Conafor. También reporta que 26 por ciento de la superficie de esas áreas –89 mil hectáreas– tienen
erosión significativa, y el mayor porcentaje de afectación está en Valle de Bravo y El Bosque, con 46 y 47 por ciento del total, respectivamente.
Desde la carretera entre Toluca y Valle de Bravo se perciben sólo algunos manchones pequeños de bosques de pino, la mayor parte de la superficie es de cultivo y se observa el suelo seco. A un lado de la presa Villa Victoria la tierra está suelta, cualquier viento levanta remolinos. Mientras, alrededor del embalse de Valle de Bravo hay numerosos restaurantes y conjuntos habitacionales.
El corredor de Valle de Bravo del sistema Cutzamala tiene una perturbación importante por la actividad agrícola y el crecimiento poblacional. Aquí es necesario hacer un programa para dar atención a los cuerpos de agua, las barrancas y arroyos, agrega Zárate.
Deterioro en área protegida
Este deterioro se ha dado a pesar de que la mayor parte del Cutzamala está dentro del Área de Protección de Recursos Naturales Valle de Bravo, que se encuentra en medio del parque nacional Nevado de Toluca y la reserva de la biosfera Mariposa Monarca.
En 1941 esta área se decretó como Zona Protectora Forestal, con el fin de
conservar la cubierta forestal para mantener el caudal de los ríos para la generación de energía. En 2005 la Semarnat la decretó como área natural protegida y se incluyen zonas de los municipios Villa de Allende, Villa Victoria, Donato Guerra, Ixtapan del Oro, Santo Tomás de los Plátanos, Valle de Bravo, Amanalco, Temascaltepec, Almoloya de Juárez, Zinacantepec, Texcatitlán, San Simón de Guerrero y Oztoloapan.
El área protegida tiene mil 454 manantiales y, a pesar de su importancia como zona de recarga, apenas en 2007 se abrió una oficina de la reserva con tan sólo ocho personas que se encargan de impulsar programas de protección contra incendios forestales, impulsar programas de conservación de suelo, ecoturismo y vigilancia.
La mayor parte de la fauna ha desaparecido y el deterioro aumenta, indica Hugo Anguiano, subdirector del área de protección.
La principal amenaza, del lado de Valle de Bravo, es la construcción de unidades habitacionales. Hay un manejo inadecuado de los recursos naturales y se tala. La lluvia tiene que ver con la cobertura forestal, se asume que parte de la pérdida de bosques incide en la sequía.
La Conafor prevé impulsar en lo que resta de esta administración la restauración de 30 mil hectáreas. Los ejidatarios, por su cuenta, destinan terrenos para mantener el bosque, como en San Pedro del Rincón, donde hay 600 hectáreas del ejido reforestadas con pino, las cuales después aprovecharán para uso doméstico o para negocio. Hace seis años plantaron árboles en el paraje Cerro del Gato, ahora hay pinos con una altura de entre seis y siete metros, indica Benito Ortega, comisariado ejidal.
Sin indemnización
Esta comunidad es una de las que perdieron tierras con la expropiación que hizo la CFE para la construcción de la presa Villa Victoria, por la cual, asegura un grupo de comisariados ejidales, no recibieron indemnización.
Santiago Pérez, abogado de los ejidos, indica que hace 18 años iniciaron procedimientos legales ante la ausencia de indemnizaciones y en demanda de la restitución de 2 mil hectáreas ociosas. En 2001, el tribunal agrario falló en favor del ejido Xochitepec para que les pagaran sus tierras o se las devolvieran, pero la CFE no acató la resolución y en 2008 se reabrió el proceso y fue hasta entonces que les pagaron 31 millones de pesos.
Después continuó el trabajo con otros ejidos, como El Cerrito, donde demandan la indemnización por 340 hectáreas. En este caso aún se espera el pago de las tierras y hay un trámite administrativo para que les sean donadas. Agrega que la incertidumbre en la propiedad de la tierra ha detenido proyectos de reforestación,
José Francisco Pisanto, comisariado ejidal de El Cerrito, explica que
peleamos por las tierras que expropiaron el siglo pasado, queremos que se nos regresen las tierras que la CFE no ocupa y se pide la restitución de ellas. Decían que las tierras ya estaban pagadas, pero eso no era cierto.
Dice que son conscientes de la carencia de agua.
Sabemos que los árboles son importantes para ella. Decidimos organizarnos, reforestar, para que el gobierno vea que queremos las tierras para que haya más líquido. Hemos plantado árboles en 300 hectáreas.
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